jueves, 11 de junio de 2009

LLEGAN MENSAJES DE GENERLA RODRÍGUEZ

ANGELUS

AUTOR: MAURICIO KAPLÁN

Para llegar a tierra profunda
bajar por el arbol lleno de espinas
sangrar en la ruta
observar pimpollos con excrementos.-
por ser un arbol petrificado
definido como nuestra vida,
en su ambición resbaladiza,
como la existencia,
quedó cubierto de mugre.-
Llegue un huracán y desparrame toda
la pringue esparcida, aquí y allá,
florezcan los pimpollos del pantano
véase la belleza cruel del arbol
petrificado sin inmundicia ni espinas
el enojo del viento en ciclón
limpie mi cuerpo desnudo.-

LAS PALABRAS BROTAN

EL BOXEADOR

AUTORA: MIRTA SALAMON

Eugenio se retira definitivamente y a pesar de su cuerpo dolorido, baja del ring mirando un futuro luminoso donde ya no hay más golpes. Se retiro definitivamente, si bien fue un excelente púgil, el tiempo y la miseria de la vida fueron haciendo surcos en su cuerpo y en su mente. Explora en su memoria y no recuerda cuando empezó a boxear, que designios mágicos no le hicieron seguir los pasos de alguno de sus hermanos. Tres están presos y los otros desperdigados quien sabe por donde.

De sus padres nunca supo. Los crió la abuela, mujer parca, toda su dignidad estaba puesta en ese carro con el cual cirugiaba y en cuanto los niños podían caminar los llevaba con ella.

Eugenio se había hecho solo, sin afecto, reacio a toda manifestación de amor. Su niñez malograda se fue mitigando con los años hasta lograr cierto renombre en la disciplina del boxeo.

Ahora en el ocaso de su vida, maltrecho y débil cree haber encontrado una razón para vivir. Rita, es mucho mayor que él pero es graciosa y vivaz, es la nueva encargada de una de las casas de citas que pululan por el bajo; camino a la rivera. Él cuando la ve no logra entender, esa hondonada de sensaciones que le atraviesan el pecho haciéndole temblar las manos; dictamina que es la sensación que percibía previa a subir al ring.

Las visitas se hacen frecuentes se fue acercando a ella como un animalito que como al descuido se le permite aquerenciarse. Así se fue adentrando a la vida de esa brasileña que emana ternura. Tomando coraje le pide quedarse, para cuidarla en el caso de que algún cliente cargoso se propasara. Y para poner mayor énfasis a su pedido se quita la camisa y le dice – Ya se que estoy viejo si hasta las mujeres que llevo tatuadas en mi brazo están arrugadas. ¡Pero quiero quedarme!

Rita lo escucha entre sorprendida y complacida, lo besa apasionadamente en forma reiterada acaricia sus brazos y susurra; porque tardaste tanto en pedírmelo hace mucho que te quiero.

miércoles, 10 de junio de 2009

DE LA MANO DE UNA AMIGA

LA VOZ DE LA EXPERIENCIA

AUTORA: GLORIA PADÍN

La casa, típico chalet californiano de barrios suburbanos, permanece cerrada a esa hora rosada de la tarde-noche. Las tejas con su verde capa de tiempo ya se ven negruzcas sin el sol a pleno.
_Humm, ya estará por llegar. Veinticinco años compartiendo su vida ¡Cómo no lo voy a saber!.Por otra parte estoy más tranquilo cuando llega.
Recuerdo cuando inauguramos esta casa. Ella era joven, su mano delicada y nerviosa me oprimía firme, para mí era una caricia como una garúa en otoño. Aunque a veces algún anillito de esos tan modernos que usaba, me raspó. Era vital, decidida, rápida.
Claro que diez años después habían desaparecido sus largas uñas carmesí y su piel ya no tenía esa tersura especial, parecían dañadas por algo que robó su tersura. Tampoco me tocaba con tanta firmeza. Era algo más lento, menos suave. Era un recuerdo tibio de otros tiempos.
Tal vez sea por la ley de compensaciones porque sus hijos pequeños, huracanes que iban y venían no me tocaban, me pegaban o me embadurnaban con los dedos pegoteados de chocolate. Pero… eso es historia antigua, ellos se fueron, ya no oigo el taconeo de sus altos tacos sobre la vereda, como el rítmico sonido de un reloj. En verdad paso mucho tiempo solo. Casi me estoy acostumbrando al silencio.
Y… ahora es ahora. Pas+o mucho tiempo.
Debo ser agradecido y reconocer que ahora me cuida más, tal vez su soledad la haya acercado a mí. Yo me veo reluciente. Actualmente sus dedos ya no son firmes ni ágiles. Están gruesos, pesados, aunque a mí me hacen pulsar su vida, hasta diría que se apoyan en mí como si fuera un logro luego de tantas horas de trabajo. Me aprieta y hasta se demora en soltarme o tal vez me parezca a mí.
¿Le faltará mucho para jubilarse?... Qué se yo. Ni modo de preguntar. Ella ni se imagina que me gustaría saberlo. Se acabarían mis largas esperas.
Cuando el marido se fue, dicho sea de paso flor de golpe me dio, a veces me sujetaba dos o tres veces, me soltaba, se arrepentía y volvía. Yo no sabía a qué atenerme.
La pasó mal pobre Laura… y fue esa época en que ella empezó a ir a la oficina desde la mañana hasta el fin de la tarde, para aprender a abrirse camino. Fue muy duro para ella.
Oh, oh, ya la oigo. Ese sonido pesado y rítmico de sus tacos cuadrados sobre la vereda, in-con-fun-di-ble. ¡Ella!.
Vamos a ver que humor trae.
¿A ver?. Me parece que se apon+o como agitada, más que otros días. ¿Estará cansada o habrá tenido problemas en el trabajo?.
Bueno… no quiero inmiscuirme demasiado en su vida. Finalmente yo sólo soy el picaporte de la puerta de su casa.

viernes, 5 de junio de 2009

CON TODO SENTIMIENTO

ON THE FURG
AUTOR: FRANCO A. KRI
Se inundó
de carcajadas y timba,
de cerveza y humo,
de pueblo vivo.
Once abrigó
con sus sábanas rotas,
con sus abrazos tristes,
con su lodazal de cumbias.
El viajero vio
la hora anárquica,
la rutina fresca,
la vueltita feliz,
la resignación encubierta,
la improvisación organizada,
contra tiranos,contra plutocracias,
contra la abulia.
Merlo abrió
amplios sus brazos tuertos,
poco sus ojos mancos,
mucho su suerte lógica,
algo su voz callada“¡Truco!”, gritó
entre nubes voladoras
entre tetras generosos
ente Gokúes y rock
entre un observador...
(que se moría por retrucar).
Julio 08

MÁS ESCRITORES PUBLICAN

LOS OLVIDADOS
Son de dieciséis a dieciocho horas de trabajo diario, los hombres agobiados por el cansancio, caminan automáticamente, se cruzan unos con otros casi sin mirarse ni dirigirse palabra alguna durante todas las horas que allí comparten y si lo hacen es solo y exclusivamente para referirse a un problema referente a las tareas que están realizando, después de eso el mutismo es total.Muy placidamente sentado sobre un cómodo sillón, mientras sus pies descansan sobre el escritorio, Samuel vigila a través de los vidrios de su oficina, instalada en un lugar estratégico, desde ese sitio tiene el control de lo veinticincos hombres que allí trabajan. Son los indocumentados que sin derecho a una sola queja cumplen puntualmente con las tareas que se les ha asignado a cada uno de ellos. La necesidad de sobrevivir los llevó a aceptar mansamente a verse reducidos en esclavos.En el silencio de su diario vivir solo son libres de pensar, la familia y sus necesidades pueblan sus mentes. Mientras que a unos el pensamiento los lleva a un lugar de algún país cercano otros los lleva simplemente a un pequeño espacio infrahumano que ocupan los suyos en una ciudad tan grande como Buenos Aires. Algunas de las mujeres de estos hombres trabajan en otras fábricas junto a sus niños que con un biberón en mano pasan el día y cuando el sueño los vence caen rendidos sobre un mugriento colchón maloliente, otras veces sobre las mismas prendas que caen a los pies de sus madres mientras las cosen.Cuando estos hombres olvidados del dialogo intentan hablar, sus bocas se ven como oscuros aberturas de las que solo pueden emitir extrañas palabras.
ROSARIO DE DOMINICIS
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OT O Ñ O 2 0 0 9
A MARIO BENEDETTI - POETA URUGUAYO14-9-1920 /17-5-2009
COMO CAEN LAS HOJAS SECAS DEL OTOÑO,
EN UN OTOÑO GRIS TE FUISTE VOS TAMBIEN,
PERO TU VOZ Y TU PALABRA ESTARAN SIEMPRE,
EN LA BANDERA DE LA VIDA Y LA HONRADEZ.
TAL VEZ DESDE EL SILENCIO TE LEVANTES,
EN FORMA DE SONIDO Y MUSICA TAL VEZ,
EN EL CANTO SIMPLE DEL QUE SIENTE,
EL AMOR EN LA CARNE Y EL BESO EN LA PIEL.
MARITO DE SEPTIEMBRE DEL GRAN TACUAREMBO,
EL URUGUAY TE LLORA Y AMERICA TAMBIEN,
EN PASO DE LOS TOROS TU VIDA NO MURIO.
BENEDETTI QUERIDO DE MENGANAS TRAVIESAS,
PRACTICANTE CALLADO, HACEDOR DE UTOPIAS,
DE CORAZON CORAZA, TACTICA Y ESTRATEGIA.
LUIS FERNANDO CRIADO
17 DE MAYO DE 2009

martes, 2 de junio de 2009

LOS ESCRITORES MUESTRAN LO SUYO

LA CORRIDA DEL PATO
AUTORA: CRISTINA BEATRIZ MERINO

Y la Pampa amplia se estremeció hasta las entrañas. El huidizo hilo persistente se extendió hasta el horizonte de grises . El primer crujido hueco del trueno iniciando la ágil cortina de cristales. El característico rechinar de las chapas y el inconfundible aroma de nuestra tierra. Afuera la inquietud del viento azotando las ramas. Adentro el murmullo monótono y el corretear de la tela en la máquina de coser. Afuera las aves buscando algún alero para protegerse. Adentro los ojos cansados en la siesta de mayo. Afuera el respiro de un día de calvario solar. Adentro la mudez y la pesadumbre aguardando el paso de las horas y el fin de la tarea obligada. Afuera el brillo de las gotas sobre los ladrillos y los llantos de algún perro solicitando cobijo. Laura sacaba chispas al pedal mientras los ruedos de las sábanas se asustaban ante el tironeo arriesgado de sus manos. Las horas del reloj caían como los sueños abandonados de la madre en busca de la holgura honesta para alimentar tres bocas. De tanto en tanto, levantaba la vista como queriendo atravesar los cristales ahora cerrados del ventanal. La lluvia le respondía incesante y el campo dormido en canales acuosos traía a su memoria los días de juego . El hilo de seda se desprendió displicente como queriendo llevar una pausa solaz ante tanto esfuerzo y Laura detuvo su andar para pensar en la preparación del infaltable juego de pato que tendría lugar en la plaza central. Las fiestas patronales no se hacían esperar y su apertura sería como todos los años excitante pero a la vez riesgosa. Se realizaba en Buenos Aires por primer vez en 1610 con motivo de las fiestas de beatificación de San Ignacio de Loyola y se repetía todos los años. La fuerza del juego brutal dejaría saldos irreparables.Solo esperaba que la cara reluciente del sol se asomara al alba…Abrió los postigos buscando el escenario propicio y sus ruegos se hicieron realidad. Recordó las palabras del poeta Rafael Obligado:
“En pos del alba azulada,
Ya por los campos rutila
Del sol la grande, tranquila
Y victoriosa mirada
Sobre la curva lomada
Que asalta el cardo bravío
Donde el arroyo serpea,
De cada hierba gotea
La viva luz del rocío”.

La mirada perdida en la Pampa y su soledad la transportó a los 10 años cuando se preparaba una correría de pato. Recordaba a la madre en la misma tarea, mientras ella correteaba por la casa llevando mas impulso a las mujeres, que en el comedor y en los pasillos daban vuelo a telas, agolpadas en las alfombras, con sueñosde galones y puntillas festoneadas de hilos blancos.Los potros se acercaban estridentes. La horda frenética olvidaba la identidad, las casas lejanas, las esposas ausentes , los consejos de los padres. El cuidado de las ropas y los buenos modales se desgranaban perdidos en la carrera. Llegaban grupos batiendo las crines. Jinetes enfundados en ponchos victoreaban. Botas enlutadas y espuelas relucientes se aprestaban a participar del tan esperado juego de pato. La "corrida" como no recordarla. Era demasiada pequeña pero esa oportunidad la marcó para siempre. Siguió a sus hermanos mayores sin ser vista. Entre los jugadores estaba su padre. Desde la loma miraba sin pausa los hechos, que más tarde tuvieron en vilo a la mayoría de las familias amigas de su madre. Las dos cuadrillas de hombres de a caballo se completaron para ser contrincantes en este juego que vio por vez primera. Los dos sitios apartados señalados a una legua. La pelota de cuero con dos asas a la espera. Avanzaron los dos jinetes más fuertes de cada cuadrilla. Tomaron las manijas como bastión en la mitad de la distancia de los puntos asignados y metiendo espuelas tiraron fuertemente hasta que el mas poderoso se llevó el pato, cayó su rival al suelo porque no lo abandonó. El vencedor echó a correr y los del bando contrario lo siguieron, lo rodearon hasta tomar la pelota de alguna de las manijas, tiraron del mismo modo, quedó al fin vencedora la cuadrilla que llegó con el pato al punto señalado. El tropel regresó y pisoteó. Se apartó y corrió sin escrúpulos.El anciano, que coordinaba el juego, dio el alta de señal de batalla luego sensible se desplomó en posición de rezo para pedir por el alma del cuerpo inerte.La marea de viento, polvo y golpes de cascos se batió. La presa tironeada por los contrincantes. Nadie vencido ni vencedor, solo el dolor de la niña ante el padre caído con su silla rota. El poncho retinto ensangrentado. Sórdidos aullidos encrespaban y agitaban las bestias. Recado y botas arremolinadas por el viento. Abrazó el suelo mudo. Llantos y gritos de la niña llamando a desesperanza. Los despojos eran parte del paisaje. La tierra lo retiene en su seno…La pampa cruje nuevamente ante la estampida. Los cardos se encrespan y la bandada de patos colorea el horizonte. La cara transfigurada de la mujer se alza ante jinetes y bestias.

NUEVAS PRODUCCIONES DE PADUA

REJAS

AUTOR: Dr. Juan Carlos Montenegro Butti

Al abrir la puerta del garaje, una explosión de luz, se precipitó en torrente arrasando toda la penumbra reinante. Animé un paso más y un estallido de color se desparramó por todas partes. El sol otoñal se adueñó de todo con ese fino, suave, acariciador aroma de la tarde, que agitaba la caprichosa brisa de un otoño incipiente. Entonces, de repente recordé: ¡No es tan bueno recordar!. Trae reminiscencias de otros tiempos. Volví a ver aquellas tardes de los verdes años, apacibles, despreocupadas, sin temores, sin miedo, sin perros bravos detrás de las rejas. Fue un lampo, un momento nada más, todo se había ido con el viento del tiempo, tan sigiloso, tan callado, tan penoso para nuestro presente, miré las rejas recién compradas y pensé, al fin de cuentas no habían quedado tan mal, negras por supuesto, negras, altas y afiladas intimidantes para cualquier osadía. Brotaban como brazos heridos apuntando hacia el cielo desde el verdor amarillento del césped y el rojizo amarronado de las hojas que planeaban en caída libre desde lo alto de los árboles. Me atrapó la angustia de un siniestro presente, entonces llamé a mi esposa, subió al auto, nos miramos, miramos las rejas y nos parecieron terribles. Volvimos ya avanzado el atardecer. La bucólica de la calle, de los árboles otoñales, de los jardines, se esfumaba entre las sombras de la noche con sus mil y una acechanzas. Los sicarios del miedo comenzaban su ronda de temor. La antes encantadora calle, pletórica de brisas, de luz y de colores, que evocaban tiempos más propicios, eran ahora un desfiladero desierto y tenebroso que las luces de alumbrado, con luz intensa no podían quebrar la impresión de estar caminando por un corredor de celdas, flanqueadas de rejas, con prisioneros bien guardados.
Llegamos a nuestra casa y teníamos que entrar a nuestra elegante prisión, no era tan fácil, faltaba lo peor, entrar el auto y nosotros sin fenecer en la empresa. Comenzó entonces la danza de los apuros, sin flores, sin gasas, y sin velos. La angustia me apretó la garganta. “Vos abrí las puertas mientras yo manejo el auto”. Bajé rapidísimo y caminé mirando por sobre el hombro por si alguien me seguía. Como me temblaba el pulso, no embocaba la llave para abrir. Por fin lo logré, y puse en práctica mi plan estratégico. Abrí la puerta del garaje y prendí la luz interior – era la señal para que mi esposa se preparara a entrar-. Corrí como deschavetado, abrí la reja, ella entró como una exalación, cerré la reja y me zambullí dentro cerrando el garaje con doble llave. Me apoye contra la puerta de espaldas y casi sin aliento grité; “Largá al perro”. El inmenso manto negro cruzó el jardín como una saeta y se puso a ladrar ¡ Sabe Dios a quién!. Abandoné la puerta agitado y miré expectante hacia afuera, yo, ya era también, un preso tras las rejas.

25-5-2009