jueves, 22 de octubre de 2009

AUTOR: LUIS FERNANDO CRIADO

VERSO SIMPLE
Madre !...
No apures el paso,
Que la vida no es carrera
Y a la gloria estás llegando!...
Qué estás a un paso de ella
Y allí está Dios esperando!
Altar de todos mis llantos,
Cobijo, alegría y manto!
Tienes las manos de Dios
Apoyadas en tus manos,
Y los ojos de María
Sobre tu rostro brillando!
Madre callada y sumisa,
Tu Credo ha sido el trabajo!
Una casa de cristal
Te está en el cielo esperando,
Y cuando decida Dios,
Te llevará de su mano!
Madre!...
No apures el paso,
Que la vida no es carrera
Y a la gloria estás llegando!...
Qué estás a un paso de ella
Y allí está Dios esperando!

AUTORA: TITA ROSSI

La calle era un páramo desolado, atemporal, un día de invierno, frío, lluvioso, gris, Adelaida sentada en su sillón favorito, frente al ventanal, miraba sin ver, imbuida en sus pensamientos. Ella era, lo que se dice ahora, un adulto mayor, agradable, solidaria, siempre tratando de entender y aceptar los grandes cambios sociales y de costumbres a los que se había visto sometida a lo largo de su vida, de un mundo casi victoriano a la globalización y suma y sigue. Pero esa tarde no pensaba en eso sino en sus hijos, como, poco a poco se habían independizado, que eran muy buenas personas, con principios y, como ella les había repetido muchas veces, cuando eran chicos, no eran masa, todos seguían su camino con autenticidad de acuerdo a sus convicciones, pero no estaba contenta, ella tenía mucha experiencia de vida, pero eso ahora no contaba, cada uno de ellos, de acuerdo a la época, vivía los abatares que la vida le imponía, sin recurrir a ella, la frase favorita “Vos no te preocupes mamá” pensaba que evidentemente nada es determinantemente bueno o malo, pero en algún lado del camino los mayores habían perdido su autoridad moral ante los jóvenes, para dar paso a la de sus iguales, se había convertido en una mera espectadora de la vida de sus hijos, sabía que esto se curaría con el tiempo, con la madurez, pero lamentaba profundamente esta modernidad que imponía que cada uno debía vivir sus propias experiencias, solos, porque ella, no porque lo supiera todo pero simplemente por el tiempo vivido podría muchas veces allanarles el camino y evitarles sufrimientos, pero bueno, una vez más debía adaptarse y aceptar el tiempo presente. Por un momento miró la calle, la lluvia, los desnudos árboles y la belleza de los distintos grises, de pronto se dio cuenta que ya era tiempo de buscar a su marido para tomar el té. Se levantó, puso un CD de música clásica que siempre la confortaba y le vino a la memoria una frase de W. Sakespeare “todo el mundo es un escenario todos los hombres y mujeres meros actores que tienen sus entradas y sus salidas y a su tiempo juegan sus distintos roles”.
27-8-2009

AUTOR : Dr.J. C. MONTENEGRO BUTTI

NOCHES PERRUNAS

La conversación estaba muy animada, claro, lo habían asaltado y eso siempre atrae la atención. Me uní a la reunión y escuché. Le había pasado igual que a mi, con algún que otro matiz,
Pero el cuadro era el mismo. “Es más o menos lo que me paso a mí”-dije – pero quiero aclarar, que inseguridad, lo que se dice inseguridad eran las de antes. Se quedaron mirándome, hasta con asombro. –Se hizo un gran silencio y quedaron expectantes a ver que estaba diciendo. –Porque peor que ahora imposible. –“A mi los perros me muerden, no se porque, pero me muerden”. – Les vi las caras de asombro. ¡Que tendría que ver una cosa con la otra!. Entonces, me puse a recordar. –Casi con nostalgia, volví a ver las calles nocturnas de Ituzaingó, - Oscuras, sin columnas de alumbrado, un farol con su luz mortecina balanceándose en las esquinas y nada mas. Heladas en invierno y desiertas, con alguna que otra persona apurada por llegar a su destino. Eso, en las tempranas horas de la noche, porque después, nadie, pero nadie, desaparecían todos, Era una soledad silenciosa solo quebrada por algún gato trasnochado o algún perro vagabundo. Ahí comenzaba mi inseguridad.- Claro debo agregar que eran los años jóvenes donde no se siente el frío, ni la inseguridad, ni nada, cuando se trata de visitar a la novia. De ida no era nada, El asunto ¡Era volver!. No era mucha la distancia; nueve cuadras, que podían hacerse más cortas con un perro trotando detrás. Si lo hacía a pie siempre había oculto en los jardines, entre rosas y malvones, algún perro taimado, que se abalanzaba entre ladridos y dentelladas haciéndome apartar del lugar con el corazón en la boca. Decidí entonces aplicar una estrategia maestra. ¡Irme en bicicleta! Pero me fracasó, porque nunca terminaba el viaje, sin un perro corriéndome a mordisco limpio contra los pedales y las piernas. Así terminaba, a las patadas y hasta con la manga del pantalón desgarrada. Opté entonces por volver a recorrer el camino a pie. Mas una noche la suerte me abandonó. Por esas cosas inexplicables, un mal presagio quizás, había llevado un palo que me salvó de terminar masticado. El muy traidor, trotando detrás, se me vino encima, a morderme las piernas. Di mi mejor salto en giro y lo sorprendí, pero era perro ladino, se agachó y esquivó el palazo que le largué y quedamos frente a frente. –Era un duelo de titanes-, y comenzó mi retirada. Palazo que va dentellada que viene. Miraba por doquier buscando ayuda, pero no había, ni se asomaba nadie. Así entre cortas carreras y palazos, entre mordiscos y dentelladas, con el sordo gruñido del perro enfurecido, logré llegar a mi casa, entré al jardín de un salto y quedó la puerta cancel entre ambos. Le adiviné la mirada de saltar la cerca, que no tendría mas de un metro, pero desistió. En menos que canta un gallo, yo ya estaba adentro y mirando por el ventanuco de la puerta lo vi alejarse trotando, ladrando a intervalos, y masticando ira.
Mi querido amigo –dije- me solidarizo con usted, y lo acompaño en el miedo pánico que ha de haber sentido, pero le repito, inseguridades, inseguridades eran las de antes. Que le pegaron, lo robaron, lo molieron a patadas, y de suerte, salió con vida, es solo una sensación que a usted, le dicen que tiene.

NUEVAS INQUIETUDES

Otra vez estamos con ustedes. cada escritor desea que sus creaciones salgan a la luz para que todos podamos apreciarlas. Así los poemas, las reflexiones, los cuentos y las narraciones fluyen.
Este blog espera de muchos lectores atentos y de sus comentarios fogozos como la pasión ha permitido que estos textos esten a la espera de los acercamientos . Como decía Mario Benedetti:

"... pero hagamos un trato
yo quisiera contar con usted
es tan lindo saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda presurosa en mi auxilio
sino para saber a ciencia cierta
que usted sabe
que puede contar conmigo".
Los esperamos para que lean, vibren, se emocionen o simplemente nos digan me agradó, no me gustó o los comentarios que usted cree convenientes, para que cada uno de nosotros podamos avanzar un nivel más cada día...
Gracias por sus aportes a escritores y lectores.
Cristina Beatriz Merino
Coordinadora dé los Cafés Literarios

jueves, 27 de agosto de 2009

LOS CUENTOS COMIENZAN OTRA VEZ A RODAR

Nuestros escritores nos envian muchos cuentos que aquí se publican para deleirar el alma:

ESCRITOR: ALBERLO FERNANDEZ

¡BÉSAME OTRA VEZ, INGRID!


Lo marcó con una cruz. La repetían en un viejo cine de barrio. Blanco y negro. Para los memoriosos. Película sin balas, misiles, choques, según el gusto de Andrés.
Incontables veces la vio. Recordaba cada palabra. Silencios, música. Sentado adelante. Fila tres. Dos grupos de amantes en el fondo.
El bar de Rick, Casablanca, Marruecos francés. Los dedos de Sam deslizándose por el piano: “As times goes by”. Exiliados, huyendo por la resistencia. Las manos para detenerlos no llegaban a ese lugar. Borracheras, sucios negocios. Bullicio, tintineo de copas, amasijo de nacionalidades. Muchos sin saber por qué estaban allí. Luchadores del pasado. Refugiados en descreídos cinismos.
Aparecen ellos escapando de la venganza de los homicidas. Él, con su cabeza llena de ideologías. Ella, toda ternura, fascinante, tarareando la canción de Sam; aquella que los unió una vez. Rick se aleja evocando su antigua aventura en París musitando su reprochable abandono. Expatriado de la vida por incuria.
¿Qué hacen acá? Ingrid ruega al antihéroe los salvoconductos invocando su pretérita relación.
Ocupando toda la pantalla el bello rostro de Ilsa. El proyector la transporta a la platea junto a Andrés. A su lado. Así lo soñó. Le tomó la cara con ambas manos y la besó. Como si lo hubiera hecho Rick. Nombrarla pero ¿cómo? Ilsa, Ingrid. Ni nombrarla ni hablarle. Sentir. Sí. Eso es. Sentir esa presencia a su lado al modo de lo soñado, atardeceres tras atardeceres, noches tras noches. Durante tantos días. Tenerla junto a él. Un momento. Un pedazo de tiempo. Besar su rostro armonioso. Su boca roja. Aprovechar el instante en que ellos discuten un trato; distraídos por el arreglo.
A lo lejos, Sam envolviendo con su melodía.”As times goes by”. Sigue, no te detengas. Es bueno para ella. Es bueno para Rick. Es bueno para Andrés. Humo, bullicio de café.
Ilsa vuelve a escena para crear la alternativa. Sólo dos salvoconductos. ¿Para ella y el héroe perdedor solitario o el maquís? Cede el fracasado para quedarse con el recuerdo.
“Siempre nos quedará París.” Andrés la besó y ese fue su premio. Un pasaporte a sus sueños. Como Rick.
Se encienden algunas luces de la sala vacía. En penumbra; sale pasito irrevocable tras pasito. Por el largo corredor primero y el deletéreo aire libre después. Cada vez más de prisa. No. Cada vez más despacio, para recordar el momento. Llegar muy tarde por si el sueño de la noche lo olvida.

lunes, 10 de agosto de 2009

AUTORA : GLORIA PADÍN

ANSELMO GAUTHIER


Se llamaba Anselmo Gauthier ¡Qué atracción!. Llegué a vivir sus hábitos, sus horarios, diría que solo él justificaba el haber cambiado mi noveno piso de la calle Maure por mi nueva casa en el Barrio Jardín.
Al principio me inquietaba el silencio, redescubrí el cielo tan amplio, recordé el aroma de las plantas, tan cercanos en mi niñez, el bullicio de los pájaros.
Todas las tardes pasaba horas en el jardín de invierno.
Los arquitectos habían diseñado al barrio de manera tal que ninguna casa se enfrentaba lo que hacia que sentada en mi sillón el verde era más amplio, el cielo más extenso. Así fueron mis tardes hasta que lo descubrí. Su casa estaba situada a unos cuarenta o cincuenta metros hacia la derecha frente a la mía. Era un hombre de magnífico porte, entrecano, impecablemente vestido de sport todos los días. Fue el diariero el que por confusión me trajo unas revistas y me pidió disculpas diciéndome que eran para Anselmo Gauthier. Confieso que me gustó conocer su nombre.
En mi sillón del jardín de invierno y camuflada por el reflejo de los vidrios comencé a observarlo.
Por las mañanas a las nueve y treinta horas acompañaba a su mujer, una espléndida señora de eterno maletín.
La pedicura dijo que era ejecutiva de una empresa con nombre extranjero.
El se quedaba recorría las plantas, retiraba sus hojas secas y entraba nuevamente a la casa. A las once horas salía con sus revistas bajo el brazo y un vaso en la mano. Leía en su sillón doble de vaivén con alero hasta las doce horas o doce y quince. Yo sabía que hasta las dieciséis horas no volvía a salir. Era en ese momento en que iba a hacer su diaria caminata en compañía del Setter Irlandés; hermoso ejemplar.
Un jueves, día en que venía mi jardinero, salí a conversar con él y entre petunias y caléndulas me enteré que Anselmo Gauthier se dedicaba al estudio de las mariposas y que sus colecciones eran muy apreciadas en Europa. Entonces comprendí qué era esa magnifica construcción de vidrios ingleses en la parte posterior de la casa. Ese era su lugar de trabajo. También me explique porqué cuando llegaban esos señores a su casa no se advertía movimiento alguno en el living ni en el jardín de invierno.
Conocí su voz el día que su Setter se escapó a mi jardín y se negaba a salir. Abrí la puerta y con su voz algo grave y acariciante me pidió disculpas mientras juntos conversamos al perro para que se alejara de mi sector.
A partir de ese día cada vez que nos veíamos me saludaba con una gentileza seductora. Llegué a pensar que Anselmo Gauthier era el númen de los hombres. Debo confesar que retomé mi vieja aficción a escribir poemas inspirados en él.
Hacía dos días que no lo veía. La casa estaba siempre cerrada y entonces lo relacioné con las mariposas y lo imaginé viajando a Europa con su mujer.
Mi jardín de invierno había perdido atractivo y las tardes se hacían muy largas.
Decidí ir a ver un rato la televisión y elegí un programa de países europeos, para los que estaba totalmente motivada.
Al cabo de un rato pensé en ver el noticiero; no había tenido ganas de leer los diarios . De pronto no podía creer lo que estaba viendo: el rostro de Anselmo Gauthier en la pantalla. Fue tan enorme mi sorpresa que tuve que hacer un esfuerzo para escuchar: Anselmo Gauthier o Antonio Gaudo o Benjamín Saucedo era el mayor falsificador de dólares conocido en el Continente Americano y el periodista continúo explicando como él y su esposa con la empresa fantasma y... y ... ese era Anselmo Gauthier. Al día siguiente llamé a mi amiga Clarita para que me acompañara a comprar las cortinas para el jardín de invierno.
Era hora ¿no?.

viernes, 3 de julio de 2009

AUTORA: TERESA MARTINEZ

EL VIENTO, ÚNICO AMIGO

Mañana me marcho, -dijo Rogelio a sus compañeros- diez años es mucho tiempo en esta soledad patagónica. Es cierto que necesitaba vivir así, libremente y no me quejo; pero ya estoy extrañando e los pocos parientes que tengo una hermana y dos sobrinos. ¡Deben estar grandes los chicos! Por eso quiero verlos y quedarme un tiempo con ellos, después Dios dirá.
Al día siguiente, ya en el ómnibus, se despide de sus camaradas. Desde la ventanilla ve como se van perdiendo a la distancia y un dejo de nostalgia quiere filtrarse en su pecho. Sólo un momento, el recuerdo de los suyos lo invade y una mezcla de emoción y ternura borra todo otro sentimiento.

Los hombres al verlo marchar movieron resignadamente la cabeza. Lo entendían. Después, caminando sin apuro, regresaron a la vivienda, una especie de galpón-dormitorio-baño-cocina-comedor, en donde habían convivido los últimos años. El lugar semejaba a una ancha cueva. La única división era una pared separando el baño del resto de la estancia. En ésta, en completo desorden, podían apreciarse restos de muebles de los cuales nadie sabía la procedencia. Todo era gris en ese sitio, igual que las vidas de los seres que lo habitaban. Hombres grises, de rostros impasibles, curtidos por el frío y el viento, que solo se diferenciaban por la forma de hablar; pero algo más tenían en común. A veces, como siguiendo una huella invisible, vagaban por la playa, oteando el horizonte, o se quedaban largas horas alucinados, viendo ese cielo increíblemente estrellado.

Es un viaje largo y monótono. Rogelio compra en las paradas del camino algunas revistas y diarios de la ciudad. Tantas noticias de robos, asaltos, violaciones, lo asquean. Todo es violencia, -piensa- y no quiere seguir leyendo. Pensativo mira el paisaje y otra vez su mente lo lleva a imaginar el próximo encuentro con la familia. Está seguro de que su hermana sigue viviendo en la antigua casa de la niñez. La gente como ella –se dice- no acostumbra mudarse. Sueña despierto. Sonríe recordando el bien cuidado jardín en el cual jugaban de chicos con los amigos. Las flores en todos los patios. Balcones a la calle repletos de malvones. La gente sentada en las puertas de las casas en las noches de verano, tomando mate en la vereda. Los recuerdos le hacen bien, se siente feliz.

Al fin llega a destino. Le agrada caminar esas pocas cuadras que lo separan de su antiguo hogar. Irá saboreando los espacios tan conocidos de antes. Son las ocho de la mañana y el frío es intenso. ¡Se había olvidado de que estaban en otoño! Mira sus calles, las casas; no hay muchos cambios. Sin embargo, no se siente bien, algo se le escapa y no sabe qué es. Se da cuenta de que muy pocas personas circulan por las veredas a esa hora y las que lo hacen, lo miran recelosas, caminan rápido, casi corriendo, como si estuvieran al acecho para salir justo en el momento en que arriba algún colectivo. Parecen almas fugitivas -medita-. Es entonces cuando siente un creciente malestar, algo físico parece rozarlo. No comprende qué, pero está ahí. Se queda quieto, mira hacia ambos lados, luego, lentamente retoma el camino. Entonces entiende. “Es eso” – dice- “las rejas. Y anda. A su paso van quedando las rejas. Cada vez más altas, más fuertes. Atrás, temerosas, atisban las casas. Cada vez más pequeñas, parecen de juguete, casitas de muñecas. Como en una pesadilla, Rogelio se ve caminando en medio de un ancho pasillo, de una moderna e inmensa cárcel, de árboles mutilados. Cercos, rejas, ventanas, rejas, balcones, rejas, rejas…

Cierra los ojos, se siente extraño, se estremece. No es un mal sueño: están ahí, las rejas lo persiguen, crecen. Piensa en la gente, en los que viven atrás de esas puertas y ventanas enrejadas, en su hermana, en la casa… ¿Qué pasará si continúa avanzando? No puede, no quiere seguir. Sólo el pensar en lo que le espera si prosigue, le eriza la piel. Se acuerda de sus compañeros del Sur, embriagándose con el roce de los vientos sobre la piel. El viento, su único amigo. Siente miedo. Da la vuelta. Apresura el paso. Corre.

AUTOR ALBERTO FERNÁNDEZ

DESTINOS DE LUCHA

albertofernandez@speedy.com.ar



Foday era compañero mío en un postgrado de Sociología en la Universidad de Cambridge. Yo me había recibido de médico en la Argentina. El facho del Decano, nos dijo que éramos muchos en el país. ¡Como si se hubieran acabado las enfermedades! Todos eran sanos. Se necesitaban más contadores para llenar las planillas, más abogados para los juicios hipotecarios.
Compartíamos la misma pieza y era habitual en las charlas un intercambio de ideas sobre nuestros respectivos países.
Recuerdo algunas de las expresiones de aquellos días referidas a su tierra natal:
-“Nos dejaron miseria, hambre, enfermedades. Volvieron disfrazados de Naciones Unidas, con armas de última generación, tabaco, whisky, drogas. Todo lo tienen en un libro. Saben lo que hacen. Yo era muy chico cuando se fueron de África, en el sesenta y uno. Nos dijeron que ya éramos libres. Pero no para el hambre y sus secuelas. Libertad para vivir en la pobreza, en la incertidumbre.”
Cuando nos separamos recibía cartas de él desde distintos lugares. En una de ellas decía:
- “Por esas contradicciones de la historia, cuando me gradué en Inglaterra, me propusieron recibir entrenamiento militar en los Estados Unidos. Tengo en cuenta las consideraciones sobre la historia de tu país. Recuerdo me decías que nadie se interesaba por el pueblo. Cuando se iban dejaban bien definidas las clases sociales. Todo era cuestión de enfrentarlas. Total el control de la economía les pertenecía”.

Me alisté en los Cascos Azules. Mi destino era el mismo país de mi amigo en Cambridge. Me pareció que esa era una manera de ayudar al ser humano. Esa lacra que queda después de las guerras y las pestes. Supieron que era argentino y se acordaban más de Maradona que del Ché
De pronto nos vimos rodeados por las tropas insurgentes. Nos apresaron metiéndonos en cuevas. Me informaron que el jefe de los rebeldes era el propio Foday.
Él estaba seguro que los Cascos de la ONU eran unos infiltrados que pasaban información al enemigo. Nos mandó apresar. Le tenía sin cuidado la opinión internacional. La guerra no se maneja con el parámetro de la ética. Ya casi dominaban todo el país y pronto tendrían el poder. Las iglesias del mundo, las embajadas, los consulados, se ocuparon de los pobres rehenes. Los secuestrados de un lado pasaban a ser prisioneros de guerra del otro .Ninguno se refirió antes a la indigencia de ese pueblo. Ninguno protestó por el pasado colonialista, ni por la educación, el hambre o la salud.
Foday recorrió las prisiones y de pronto me reconoció. El compañero de Cambridge. Me llevó a su carpa de campaña y conversamos un largo rato interrumpido por soldados que traían informaciones.
Me dio la opción de luchar con ellos o volver a la Argentina. Opté por partir. Conocía bien mis ideas. Sus últimas palabras fueron que sabía que en mi cabeza brillaba más la figura de Guevara que la de Hipócrates.
Por último dijo -Sé que un día volverás. Acá o en otro lugar del planeta.

AUTOR: MIGUEL ANGEL TORTORELLO

LOS TIEMPOS
Los tiempos, mis tiempos,
son mios así lo siento;
a veces, de razones.
Otras, de dolor, muchos del perdones
es mio, nada mas el mio,
cuando quiero, tengo frió.
Y a veces, tengo placer, amor, deber.
Volver a mi infancia, del arroyito de al lado de mi casa,
cerrando mis ojos, el verde de tréboles de sus orillas,
el hilito de aguita cristalina,
pegar en las piedras. Horas fijando mi mirada,
hay un responsable, del calor, dios que esta en mi corazón
el que mueve mis hilos; solo estará frío, cuando ya no este en el camino,
donde vuelan mis destinos en palabras,
va a florecer la flor que deje plantada.
No sabrá de tiempos ni de madrugadas.
Estará en el aire, en las brisas de setiembre
y los calores del verano
La carne se va, queda el pensar,
en el meditar, de los que están
y lean estas letras vivas,
que mi memoria despierta.
No solo se vive por vivir, mi escribir,
es para siempre, te transmite mi tiempo,
el que toque mi memoria. Quiero quedar despierto.
"Chichín"
14/06/2009.

AUTORA : STELLA MARIS CEREZO




Serie : MEDITACION


MEDITACION



Mi noche es larga, no estoy cansada ¿Por qué será?
tal vez porque quiero que la vida no pase rápido.
Mi sueño es corto, porque el desvelo
recobra la esperanza y destierra a su vez todos mis odios.

A lo lejos en la historia de mi vida,
en ese rincón de los sueños mas lejanos,
encuentro cada noche la tibieza
y el calor que a mi ser dieron los años.

Esta es la tregua en la que mi mente ha decidido,
pero mi ser no deja que le gane la batalla,
es por eso que a luchar ha comenzado,
con las fuerzas del amor ;esa es la causa.

En las noches con los ojos muy abiertos,
en la realidad profunda que amenaza,
veo más que en el día transcurrido,
pues pensando y sintiendo miro mi alma.

Y me dejo llevar por la mística música. . .
que atraviesa el dial entibiando la casa ,
descubriendo el encanto de la noche y su pausa
y me lleno de dicha ,soy feliz y sin nada,

Si los hombres supieran encontrarse en el alma, desterrando rencores,
asumiéndose en llagas , cerrarían heridas, trasmitirían calma,
y en la lucha constante que la mente demanda,
el “Ser” saldría ileso si el espíritu manda.

CAMINO A LA VERDAD

A la distancia después de haber vivido,
Descubro que mi ser es tan gigante
Que atraviesa las paredes de mi piel ,
Sin dejar huellas y no pregunta mas si esta la llave .

Ya no es solo haber logrado el cometido ,
Es tambien haber vivido en un lugar ,
Haber captado el hoy en cualquier tiempo ,
Sabiendo en el camino ser fiel a la verdad.


jueves, 11 de junio de 2009

LLEGAN MENSAJES DE GENERLA RODRÍGUEZ

ANGELUS

AUTOR: MAURICIO KAPLÁN

Para llegar a tierra profunda
bajar por el arbol lleno de espinas
sangrar en la ruta
observar pimpollos con excrementos.-
por ser un arbol petrificado
definido como nuestra vida,
en su ambición resbaladiza,
como la existencia,
quedó cubierto de mugre.-
Llegue un huracán y desparrame toda
la pringue esparcida, aquí y allá,
florezcan los pimpollos del pantano
véase la belleza cruel del arbol
petrificado sin inmundicia ni espinas
el enojo del viento en ciclón
limpie mi cuerpo desnudo.-

LAS PALABRAS BROTAN

EL BOXEADOR

AUTORA: MIRTA SALAMON

Eugenio se retira definitivamente y a pesar de su cuerpo dolorido, baja del ring mirando un futuro luminoso donde ya no hay más golpes. Se retiro definitivamente, si bien fue un excelente púgil, el tiempo y la miseria de la vida fueron haciendo surcos en su cuerpo y en su mente. Explora en su memoria y no recuerda cuando empezó a boxear, que designios mágicos no le hicieron seguir los pasos de alguno de sus hermanos. Tres están presos y los otros desperdigados quien sabe por donde.

De sus padres nunca supo. Los crió la abuela, mujer parca, toda su dignidad estaba puesta en ese carro con el cual cirugiaba y en cuanto los niños podían caminar los llevaba con ella.

Eugenio se había hecho solo, sin afecto, reacio a toda manifestación de amor. Su niñez malograda se fue mitigando con los años hasta lograr cierto renombre en la disciplina del boxeo.

Ahora en el ocaso de su vida, maltrecho y débil cree haber encontrado una razón para vivir. Rita, es mucho mayor que él pero es graciosa y vivaz, es la nueva encargada de una de las casas de citas que pululan por el bajo; camino a la rivera. Él cuando la ve no logra entender, esa hondonada de sensaciones que le atraviesan el pecho haciéndole temblar las manos; dictamina que es la sensación que percibía previa a subir al ring.

Las visitas se hacen frecuentes se fue acercando a ella como un animalito que como al descuido se le permite aquerenciarse. Así se fue adentrando a la vida de esa brasileña que emana ternura. Tomando coraje le pide quedarse, para cuidarla en el caso de que algún cliente cargoso se propasara. Y para poner mayor énfasis a su pedido se quita la camisa y le dice – Ya se que estoy viejo si hasta las mujeres que llevo tatuadas en mi brazo están arrugadas. ¡Pero quiero quedarme!

Rita lo escucha entre sorprendida y complacida, lo besa apasionadamente en forma reiterada acaricia sus brazos y susurra; porque tardaste tanto en pedírmelo hace mucho que te quiero.

miércoles, 10 de junio de 2009

DE LA MANO DE UNA AMIGA

LA VOZ DE LA EXPERIENCIA

AUTORA: GLORIA PADÍN

La casa, típico chalet californiano de barrios suburbanos, permanece cerrada a esa hora rosada de la tarde-noche. Las tejas con su verde capa de tiempo ya se ven negruzcas sin el sol a pleno.
_Humm, ya estará por llegar. Veinticinco años compartiendo su vida ¡Cómo no lo voy a saber!.Por otra parte estoy más tranquilo cuando llega.
Recuerdo cuando inauguramos esta casa. Ella era joven, su mano delicada y nerviosa me oprimía firme, para mí era una caricia como una garúa en otoño. Aunque a veces algún anillito de esos tan modernos que usaba, me raspó. Era vital, decidida, rápida.
Claro que diez años después habían desaparecido sus largas uñas carmesí y su piel ya no tenía esa tersura especial, parecían dañadas por algo que robó su tersura. Tampoco me tocaba con tanta firmeza. Era algo más lento, menos suave. Era un recuerdo tibio de otros tiempos.
Tal vez sea por la ley de compensaciones porque sus hijos pequeños, huracanes que iban y venían no me tocaban, me pegaban o me embadurnaban con los dedos pegoteados de chocolate. Pero… eso es historia antigua, ellos se fueron, ya no oigo el taconeo de sus altos tacos sobre la vereda, como el rítmico sonido de un reloj. En verdad paso mucho tiempo solo. Casi me estoy acostumbrando al silencio.
Y… ahora es ahora. Pas+o mucho tiempo.
Debo ser agradecido y reconocer que ahora me cuida más, tal vez su soledad la haya acercado a mí. Yo me veo reluciente. Actualmente sus dedos ya no son firmes ni ágiles. Están gruesos, pesados, aunque a mí me hacen pulsar su vida, hasta diría que se apoyan en mí como si fuera un logro luego de tantas horas de trabajo. Me aprieta y hasta se demora en soltarme o tal vez me parezca a mí.
¿Le faltará mucho para jubilarse?... Qué se yo. Ni modo de preguntar. Ella ni se imagina que me gustaría saberlo. Se acabarían mis largas esperas.
Cuando el marido se fue, dicho sea de paso flor de golpe me dio, a veces me sujetaba dos o tres veces, me soltaba, se arrepentía y volvía. Yo no sabía a qué atenerme.
La pasó mal pobre Laura… y fue esa época en que ella empezó a ir a la oficina desde la mañana hasta el fin de la tarde, para aprender a abrirse camino. Fue muy duro para ella.
Oh, oh, ya la oigo. Ese sonido pesado y rítmico de sus tacos cuadrados sobre la vereda, in-con-fun-di-ble. ¡Ella!.
Vamos a ver que humor trae.
¿A ver?. Me parece que se apon+o como agitada, más que otros días. ¿Estará cansada o habrá tenido problemas en el trabajo?.
Bueno… no quiero inmiscuirme demasiado en su vida. Finalmente yo sólo soy el picaporte de la puerta de su casa.

viernes, 5 de junio de 2009

CON TODO SENTIMIENTO

ON THE FURG
AUTOR: FRANCO A. KRI
Se inundó
de carcajadas y timba,
de cerveza y humo,
de pueblo vivo.
Once abrigó
con sus sábanas rotas,
con sus abrazos tristes,
con su lodazal de cumbias.
El viajero vio
la hora anárquica,
la rutina fresca,
la vueltita feliz,
la resignación encubierta,
la improvisación organizada,
contra tiranos,contra plutocracias,
contra la abulia.
Merlo abrió
amplios sus brazos tuertos,
poco sus ojos mancos,
mucho su suerte lógica,
algo su voz callada“¡Truco!”, gritó
entre nubes voladoras
entre tetras generosos
ente Gokúes y rock
entre un observador...
(que se moría por retrucar).
Julio 08

MÁS ESCRITORES PUBLICAN

LOS OLVIDADOS
Son de dieciséis a dieciocho horas de trabajo diario, los hombres agobiados por el cansancio, caminan automáticamente, se cruzan unos con otros casi sin mirarse ni dirigirse palabra alguna durante todas las horas que allí comparten y si lo hacen es solo y exclusivamente para referirse a un problema referente a las tareas que están realizando, después de eso el mutismo es total.Muy placidamente sentado sobre un cómodo sillón, mientras sus pies descansan sobre el escritorio, Samuel vigila a través de los vidrios de su oficina, instalada en un lugar estratégico, desde ese sitio tiene el control de lo veinticincos hombres que allí trabajan. Son los indocumentados que sin derecho a una sola queja cumplen puntualmente con las tareas que se les ha asignado a cada uno de ellos. La necesidad de sobrevivir los llevó a aceptar mansamente a verse reducidos en esclavos.En el silencio de su diario vivir solo son libres de pensar, la familia y sus necesidades pueblan sus mentes. Mientras que a unos el pensamiento los lleva a un lugar de algún país cercano otros los lleva simplemente a un pequeño espacio infrahumano que ocupan los suyos en una ciudad tan grande como Buenos Aires. Algunas de las mujeres de estos hombres trabajan en otras fábricas junto a sus niños que con un biberón en mano pasan el día y cuando el sueño los vence caen rendidos sobre un mugriento colchón maloliente, otras veces sobre las mismas prendas que caen a los pies de sus madres mientras las cosen.Cuando estos hombres olvidados del dialogo intentan hablar, sus bocas se ven como oscuros aberturas de las que solo pueden emitir extrañas palabras.
ROSARIO DE DOMINICIS
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OT O Ñ O 2 0 0 9
A MARIO BENEDETTI - POETA URUGUAYO14-9-1920 /17-5-2009
COMO CAEN LAS HOJAS SECAS DEL OTOÑO,
EN UN OTOÑO GRIS TE FUISTE VOS TAMBIEN,
PERO TU VOZ Y TU PALABRA ESTARAN SIEMPRE,
EN LA BANDERA DE LA VIDA Y LA HONRADEZ.
TAL VEZ DESDE EL SILENCIO TE LEVANTES,
EN FORMA DE SONIDO Y MUSICA TAL VEZ,
EN EL CANTO SIMPLE DEL QUE SIENTE,
EL AMOR EN LA CARNE Y EL BESO EN LA PIEL.
MARITO DE SEPTIEMBRE DEL GRAN TACUAREMBO,
EL URUGUAY TE LLORA Y AMERICA TAMBIEN,
EN PASO DE LOS TOROS TU VIDA NO MURIO.
BENEDETTI QUERIDO DE MENGANAS TRAVIESAS,
PRACTICANTE CALLADO, HACEDOR DE UTOPIAS,
DE CORAZON CORAZA, TACTICA Y ESTRATEGIA.
LUIS FERNANDO CRIADO
17 DE MAYO DE 2009

martes, 2 de junio de 2009

LOS ESCRITORES MUESTRAN LO SUYO

LA CORRIDA DEL PATO
AUTORA: CRISTINA BEATRIZ MERINO

Y la Pampa amplia se estremeció hasta las entrañas. El huidizo hilo persistente se extendió hasta el horizonte de grises . El primer crujido hueco del trueno iniciando la ágil cortina de cristales. El característico rechinar de las chapas y el inconfundible aroma de nuestra tierra. Afuera la inquietud del viento azotando las ramas. Adentro el murmullo monótono y el corretear de la tela en la máquina de coser. Afuera las aves buscando algún alero para protegerse. Adentro los ojos cansados en la siesta de mayo. Afuera el respiro de un día de calvario solar. Adentro la mudez y la pesadumbre aguardando el paso de las horas y el fin de la tarea obligada. Afuera el brillo de las gotas sobre los ladrillos y los llantos de algún perro solicitando cobijo. Laura sacaba chispas al pedal mientras los ruedos de las sábanas se asustaban ante el tironeo arriesgado de sus manos. Las horas del reloj caían como los sueños abandonados de la madre en busca de la holgura honesta para alimentar tres bocas. De tanto en tanto, levantaba la vista como queriendo atravesar los cristales ahora cerrados del ventanal. La lluvia le respondía incesante y el campo dormido en canales acuosos traía a su memoria los días de juego . El hilo de seda se desprendió displicente como queriendo llevar una pausa solaz ante tanto esfuerzo y Laura detuvo su andar para pensar en la preparación del infaltable juego de pato que tendría lugar en la plaza central. Las fiestas patronales no se hacían esperar y su apertura sería como todos los años excitante pero a la vez riesgosa. Se realizaba en Buenos Aires por primer vez en 1610 con motivo de las fiestas de beatificación de San Ignacio de Loyola y se repetía todos los años. La fuerza del juego brutal dejaría saldos irreparables.Solo esperaba que la cara reluciente del sol se asomara al alba…Abrió los postigos buscando el escenario propicio y sus ruegos se hicieron realidad. Recordó las palabras del poeta Rafael Obligado:
“En pos del alba azulada,
Ya por los campos rutila
Del sol la grande, tranquila
Y victoriosa mirada
Sobre la curva lomada
Que asalta el cardo bravío
Donde el arroyo serpea,
De cada hierba gotea
La viva luz del rocío”.

La mirada perdida en la Pampa y su soledad la transportó a los 10 años cuando se preparaba una correría de pato. Recordaba a la madre en la misma tarea, mientras ella correteaba por la casa llevando mas impulso a las mujeres, que en el comedor y en los pasillos daban vuelo a telas, agolpadas en las alfombras, con sueñosde galones y puntillas festoneadas de hilos blancos.Los potros se acercaban estridentes. La horda frenética olvidaba la identidad, las casas lejanas, las esposas ausentes , los consejos de los padres. El cuidado de las ropas y los buenos modales se desgranaban perdidos en la carrera. Llegaban grupos batiendo las crines. Jinetes enfundados en ponchos victoreaban. Botas enlutadas y espuelas relucientes se aprestaban a participar del tan esperado juego de pato. La "corrida" como no recordarla. Era demasiada pequeña pero esa oportunidad la marcó para siempre. Siguió a sus hermanos mayores sin ser vista. Entre los jugadores estaba su padre. Desde la loma miraba sin pausa los hechos, que más tarde tuvieron en vilo a la mayoría de las familias amigas de su madre. Las dos cuadrillas de hombres de a caballo se completaron para ser contrincantes en este juego que vio por vez primera. Los dos sitios apartados señalados a una legua. La pelota de cuero con dos asas a la espera. Avanzaron los dos jinetes más fuertes de cada cuadrilla. Tomaron las manijas como bastión en la mitad de la distancia de los puntos asignados y metiendo espuelas tiraron fuertemente hasta que el mas poderoso se llevó el pato, cayó su rival al suelo porque no lo abandonó. El vencedor echó a correr y los del bando contrario lo siguieron, lo rodearon hasta tomar la pelota de alguna de las manijas, tiraron del mismo modo, quedó al fin vencedora la cuadrilla que llegó con el pato al punto señalado. El tropel regresó y pisoteó. Se apartó y corrió sin escrúpulos.El anciano, que coordinaba el juego, dio el alta de señal de batalla luego sensible se desplomó en posición de rezo para pedir por el alma del cuerpo inerte.La marea de viento, polvo y golpes de cascos se batió. La presa tironeada por los contrincantes. Nadie vencido ni vencedor, solo el dolor de la niña ante el padre caído con su silla rota. El poncho retinto ensangrentado. Sórdidos aullidos encrespaban y agitaban las bestias. Recado y botas arremolinadas por el viento. Abrazó el suelo mudo. Llantos y gritos de la niña llamando a desesperanza. Los despojos eran parte del paisaje. La tierra lo retiene en su seno…La pampa cruje nuevamente ante la estampida. Los cardos se encrespan y la bandada de patos colorea el horizonte. La cara transfigurada de la mujer se alza ante jinetes y bestias.

NUEVAS PRODUCCIONES DE PADUA

REJAS

AUTOR: Dr. Juan Carlos Montenegro Butti

Al abrir la puerta del garaje, una explosión de luz, se precipitó en torrente arrasando toda la penumbra reinante. Animé un paso más y un estallido de color se desparramó por todas partes. El sol otoñal se adueñó de todo con ese fino, suave, acariciador aroma de la tarde, que agitaba la caprichosa brisa de un otoño incipiente. Entonces, de repente recordé: ¡No es tan bueno recordar!. Trae reminiscencias de otros tiempos. Volví a ver aquellas tardes de los verdes años, apacibles, despreocupadas, sin temores, sin miedo, sin perros bravos detrás de las rejas. Fue un lampo, un momento nada más, todo se había ido con el viento del tiempo, tan sigiloso, tan callado, tan penoso para nuestro presente, miré las rejas recién compradas y pensé, al fin de cuentas no habían quedado tan mal, negras por supuesto, negras, altas y afiladas intimidantes para cualquier osadía. Brotaban como brazos heridos apuntando hacia el cielo desde el verdor amarillento del césped y el rojizo amarronado de las hojas que planeaban en caída libre desde lo alto de los árboles. Me atrapó la angustia de un siniestro presente, entonces llamé a mi esposa, subió al auto, nos miramos, miramos las rejas y nos parecieron terribles. Volvimos ya avanzado el atardecer. La bucólica de la calle, de los árboles otoñales, de los jardines, se esfumaba entre las sombras de la noche con sus mil y una acechanzas. Los sicarios del miedo comenzaban su ronda de temor. La antes encantadora calle, pletórica de brisas, de luz y de colores, que evocaban tiempos más propicios, eran ahora un desfiladero desierto y tenebroso que las luces de alumbrado, con luz intensa no podían quebrar la impresión de estar caminando por un corredor de celdas, flanqueadas de rejas, con prisioneros bien guardados.
Llegamos a nuestra casa y teníamos que entrar a nuestra elegante prisión, no era tan fácil, faltaba lo peor, entrar el auto y nosotros sin fenecer en la empresa. Comenzó entonces la danza de los apuros, sin flores, sin gasas, y sin velos. La angustia me apretó la garganta. “Vos abrí las puertas mientras yo manejo el auto”. Bajé rapidísimo y caminé mirando por sobre el hombro por si alguien me seguía. Como me temblaba el pulso, no embocaba la llave para abrir. Por fin lo logré, y puse en práctica mi plan estratégico. Abrí la puerta del garaje y prendí la luz interior – era la señal para que mi esposa se preparara a entrar-. Corrí como deschavetado, abrí la reja, ella entró como una exalación, cerré la reja y me zambullí dentro cerrando el garaje con doble llave. Me apoye contra la puerta de espaldas y casi sin aliento grité; “Largá al perro”. El inmenso manto negro cruzó el jardín como una saeta y se puso a ladrar ¡ Sabe Dios a quién!. Abandoné la puerta agitado y miré expectante hacia afuera, yo, ya era también, un preso tras las rejas.

25-5-2009

domingo, 31 de mayo de 2009

LAS PALABRAS MÁS SENTIDAS

SIEMPRE VOLVER
AUTOR: MIGUEL ANGEL TORTORELLO
Al bajar del tren y tocar con mi pie derecho el anden, no invento, ya no es momento. Mi pecho se abre y suelto mis pájaros, mis mariposas, mis rosas, mis grillos van delante mio. Llegar a Padua, es mi gloria, mi paz. No se irme de acá; volver me da placer, felicidad. Cuando se va el tren, fijo mi vista en su parte de atrás. Siento, desde el anden, que voy saludando y diciendo: feliz que a mi pueblo llegué. Su ruido de hierro me va dejando, al cruzar de la punta en diagonal. Que se yo, no se explicar.Todo se me junta por la vereda de Ayacucho. Todavía esta la pilchería, donde mi viejo me llevo a comprar... Casa Valle, especial... los primeros largos, con historia en los bailes, de un beso robado en Noguera, en ese carnaval. Volver siempre volver, no se donde voy a caer. Deseo desde el fondo de mi ser que pueda volar, con soplos del amanecer,de brisas, de lluvia, de mi vieja con sus últimas caricias, como las hojas que caen de los cansados arboles, en otoño, secas, amarillas,en las veredas de mi pueblo. Es que el invierno empuja a sentirlo en las mejillas, ya vienen los grises, pintura de frío. Pobres, los hermanos mios, que de abrigo tienen el sol, se abrigarán de amor. Están en mi oración. Mi barrio querido, en vos vivo. Todos los días llego, todos los días suspiro.
"CHICHÍN" - 31/05/2009

miércoles, 27 de mayo de 2009

DESTINOS DE LUCHA

Cuento de ALBERTO FERNANDEZ albertofernandez@speedy.com.ar



Foday era compañero mío en un postgrado de Sociología en la Universidad de Cambridge. Yo me había recibido de médico en la Argentina. El facho del Decano, nos dijo que éramos muchos en el país. ¡Como si se hubieran acabado las enfermedades! Todos eran sanos. Se necesitaban más contadores para llenar las planillas, más abogados para los juicios hipotecarios.
Compartíamos la misma pieza y era habitual en las charlas un intercambio de ideas sobre nuestros respectivos países.
Recuerdo algunas de las expresiones de aquellos días referidas a su tierra natal:
-“Nos dejaron miseria, hambre, enfermedades. Volvieron disfrazados de Naciones Unidas, con armas de última generación, tabaco, whisky, drogas. Todo lo tienen en un libro. Saben lo que hacen. Yo era muy chico cuando se fueron de África, en el sesenta y uno. Nos dijeron que ya éramos libres. Pero no para el hambre y sus secuelas. Libertad para vivir en la pobreza, en la incertidumbre.”
Cuando nos separamos recibía cartas de él desde distintos lugares. En una de ellas decía:
- “Por esas contradicciones de la historia, cuando me gradué en Inglaterra, me propusieron recibir entrenamiento militar en los Estados Unidos. Tengo en cuenta las consideraciones sobre la historia de tu país. Recuerdo me decías que nadie se interesaba por el pueblo. Cuando se iban dejaban bien definidas las clases sociales. Todo era cuestión de enfrentarlas. Total el control de la economía les pertenecía”.

Me alisté en los Cascos Azules. Mi destino era el mismo país de mi amigo en Cambridge. Me pareció que esa era una manera de ayudar al ser humano. Esa lacra que queda después de las guerras y las pestes. Supieron que era argentino y se acordaban más de Maradona que del Ché
De pronto nos vimos rodeados por las tropas insurgentes. Nos apresaron metiéndonos en cuevas. Me informaron que el jefe de los rebeldes era el propio Foday.
Él estaba seguro que los Cascos de la ONU eran unos infiltrados que pasaban información al enemigo. Nos mandó apresar. Le tenía sin cuidado la opinión internacional. La guerra no se maneja con el parámetro de la ética. Ya casi dominaban todo el país y pronto tendrían el poder. Las iglesias del mundo, las embajadas, los consulados, se ocuparon de los pobres rehenes. Los secuestrados de un lado pasaban a ser prisioneros de guerra del otro .Ninguno se refirió antes a la indigencia de ese pueblo. Ninguno protestó por el pasado colonialista, ni por la educación, el hambre o la salud.
Foday recorrió las prisiones y de pronto me reconoció. El compañero de Cambridge. Me llevó a su carpa de campaña y conversamos un largo rato interrumpido por soldados que traían informaciones.
Me dio la opción de luchar con ellos o volver a la Argentina. Opté por partir. Conocía bien mis ideas. Sus últimas palabras fueron que sabía que en mi cabeza brillaba más la figura de Guevara que la de Hipócrates.
Por último dijo -Sé que un día volverás. Acá o en otro lugar del planeta.

MI BOHEMIA

- ¿Sabés en ese espacio intermedio viví yo...
- ¿Cómo lo recordás?, pasó tanto tiempo...
Raquel, sorprendida, dudaba; en realidad ella siempre dudó.
Creía que mis fantasías complicaban su vida; bohemio, loco , chiquilín,
cualquier calificativo, que respaldara sus dudas, le servía.
Por eso no duramos; ella prefirió la seguridad; yo fui feliz con mucho menos;
me bastó, por ejemplo, con poder saborear la belleza de un aliso,
envuelto en su verdor rosado...
HÉCTOR VIGNA
en el Delta... 01/2009

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EL SUEÑO CIRCULAR
Como en un sueño
circular
un fuego
desveló
mis horas perdidas.
yo
habituado
a las sombras
(nictálope esencial)
intuí
tu silueta.
Todo lo supe
lo descifré
y en el sopor
inevitable
de la intensa
idealización
te devaneciste
desolado me dormí
para comenzar
mañana
- nuevamente-
el sueño circular.
MARCELO ROSENDE